Danilo Medina valora papel jugó Fidel Castro en la CELAC

TRAS LAS HUELLAS DIGITAL, BÁVARO, PUNTA CANA, REPÚBLICA DOMINICANA, 24 de enero 207-. El presidente de este país, Danilo Medina, expresó que Fidel Castro fue uno de los principales propulsores de la CELAC y un firme creyente durante toda su vida, en un sueño de una América Latina unida en la senda del progreso.  

Así lo aseguro Medina el martes por la noche,  tras iniciar la la Sesión Inaugural de la Quinta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con un minuto de silencio en honor al Líder de la Revolución Cuabana.

«Antes de continuar estas palabras, quisiera pedirles por favor, que guardemos un minuto de silencio en honor al líder de la Revolución de Cuba, Fidel Castro Ruz, fallecido hace apenas dos meses», pidió Medina.

Acontinuación el discurso íntegro

Excelentísimos Señores Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad De Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC);

Excelentísimos Jefes de Estado y de Gobierno Miembros del Cuarteto;

Excelentísimos Vicepresidentes de países Miembros de la CELAC;

Honorables Jefes de Delegaciones de países Miembros de la CELAC;

Honorables Representantes de Organismos Internacionales y
Regionales Invitados;

Honorables Ministros y demás funcionarios del Gobierno de la República Dominicana;

Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático acreditados en el país;

Distinguidos miembros de la prensa nacional e internacional;

Señoras y señores;

Deseo darles la bienvenida y agradecerles que hayan aceptado nuestra invitación a esta cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), y que nos hayan honrado con su presencia aquí en Punta Cana, una de las zonas más bellas y más visitadas de la República Dominicana.

Quiero, ante todo, desearles dicha y prosperidad a ustedes, a sus familiares y a sus pueblos en este año 2017 que llega cargado de tareas por emprender, pero también de oportunidades que sin duda sabremos aprovechar con solidaridad y apoyo recíproco.

Antes de continuar estas palabras, quisiera pedirles por favor, que guardemos un minuto de silencio en honor al líder de la Revolución de Cuba, Fidel Castro Ruz, fallecido hace apenas dos meses.

Fidel fue uno de los principales propulsores de la CELAC y un firme creyente, durante toda su vida, en el sueño de una América Latina unida en la senda del progreso.

Por favor, ponerse todos de pie, para este tributo de respeto y honor.

Muchas gracias.

Amigos y amigas,

Cuando nos reunimos hace un año en Quito para asumir la presidencia pro-témpore de la CELAC, no previmos los vaivenes que nos depararía el año, ni tampoco que el mundo abriría una etapa de dudas en su porvenir.

La mayoría, dimos por descontado que la apertura al comercio, la inversión y la creciente movilidad de los capitales y las personas, junto a la consolidación del Estado del Bienestar en nuestro hemisferio, eran tendencias que permanecerían inquebrantables en un mundo cada vez más globalizado e interconectado.

Pero, estábamos equivocados.

Quizás porque subestimamos los niveles de angustia y rabia de segmentos poblacionales importantes en los países desarrollados, que no han percibido los frutos de la nueva economía global.

Quizás porque no previmos el uso que algunos sectores realizarían de los crecientes flujos migratorios, contribuyendo así a agravar el descontento de poblaciones ya insatisfechas.  

Pero lo cierto es que, así, fue abriéndose el camino a un creciente repliegue identitario y excluyente.  

El Brexit de Gran Bretaña y las propuestas de revisión de los tratados de libre comercio de la nueva administración republicana en los Estados Unidos, son sólo algunas de las señales que nos muestran la transición política y económica que estamos viviendo.

Por su parte, nuestra región llega a este momento histórico tras décadas de reformas estructurales que nos han permitido insertarnos en la economía global, mejorar nuestra competitividad y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de vida de nuestros pueblos.

Hemos fortalecido las finanzas públicas, hemos establecido políticas sociales y servicios públicos para reducir sustancialmente la pobreza, hemos estimulado la iniciativa y la inversión privada y hemos abierto nuestras economías al exterior.

Los resultados de estas acciones están a la vista.

Conforme a un estudio de la CEPAL, en nuestra región se redujo el nivel de pobreza general de 48.4% en 1990 a 29.2% en el año 2015. Para ese mismo período de 25 años, la pobreza extrema se redujo de 22.6% a 12.4%.
 
El Producto Interno Bruto del conjunto de los países que constituimos la CELAC, medido en dólares de paridad de poder adquisitivo, pasó de 1.58 trillones de dólares en 1990 a 9.45 trillones el año pasado.

Es decir, en un cuarto de siglo, se multiplicó por 6 el PIB regional.

Les daré solo un dato para ejemplificar la interconexión de nuestras economías en el mercado global: las 33 naciones que conformamos la CELAC hemos firmado en estos años 164 acuerdos de libre comercio bilaterales y multilaterales.

Si bien sabemos que los tratados de libre comercio no son herramientas perfectas y, de hecho, estamos trabajando para mejorar su eficiencia, no podemos ignorar tampoco que su puesta en marcha nos ha abierto muchas puertas y ha traído numerosos beneficios.

Por tanto, no parece razonable pensar que Estados Unidos y los países desarrollados, tras años impulsando la apertura y la globalización tanto dentro como fuera de sus fronteras, abandonen ahora estas políticas que han contribuido a acrecentar las esperanzas de progreso de todos  nuestros pueblos.

Creo que todos estaremos de acuerdo en que el mundo entero saldría perdiendo si Estados Unidos, Europa y China adoptan el modelo de las represalias arancelarias que en el pasado sólo ha servido para generar pobreza.

Sin embargo, preocupa que, ante los anuncios de imposiciones unilaterales de aranceles para proteger industrias específicas, comience a pasearse por todos los escenarios globales el fantasma del proteccionismo y las consecuentes guerras comerciales.

De la misma manera, vemos con preocupación que este discurso creciente de proteccionismo y cierre de fronteras no se limita al ámbito económico, sino que puede tener consecuencias graves sobre nuestra población migrante.

Ante estos retos, entendemos que la CELAC tiene una gran responsabilidad: la de velar siempre por los intereses de nuestros pueblos.

Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para prevenir el regreso de un pasado que, ahora, trata de venderse como superior al estadio de desarrollo que hemos alcanzado.

Debemos preservar las bondades de un mundo interconectado, al tiempo que protegemos los logros alcanzados en materia de bienestar social para las grandes mayorías de nuestros países.

No es tiempo de aislarnos e ir hacia atrás, sino de profundizar nuestros lazos, para avanzar con más impulso hacia delante.

La inversión social de calidad debe seguir contribuyendo a mejorar la salud y elevar el nivel educativo de nuestras poblaciones, reduciendo así las brechas sociales.

El acceso a puestos de trabajo dignos, a seguridad, protección social y a viviendas dignas, son derechos que no puede estar sujeto a los vaivenes de la economía internacional.

Estamos convencidos que nuestros pueblos y gobiernos pueden y deben consolidar el camino del progreso con equidad.

Señoras y señores,

Las 33 naciones que constituimos hoy la CELAC representamos un mercado global de 614 millones de personas.

Tenemos el potencial para navegar con éxito estos tiempos de dudas.

Sin embargo, el panorama económico actual no está exento de retos: El crecimiento del PIB regional se situó alrededor del 1% en 2016 y las exportaciones de bienes y servicios cayeron 5%.

En este contexto, CEPAL recomienda a nuestros gobiernos tres líneas de actuación fundamentales:

Por una parte, implementar políticas contracíclicas y aumentar la productividad.

Por otra, tomar medidas que reduzcan la evasión y la elusión fiscal, estimada en 6,7% del PIB regional, además de hacer una revisión de subsidios e incentivos.

Y, en tercer, lugar reorientar el gasto público para priorizar la inversión productiva y el gasto social esencial.

Dicho de otra manera: que gastemos más y mejor en el bienestar y progreso de las grandes mayorías populares de América Latina y El Caribe.

Señoras y señores,

Ese es el panorama económico que tenemos como trasfondo en esta V Cumbre de nuestra Comunidad de Estados, diseñada para ser un espacio de concertación política, integración regional y representación institucional colectiva ante la comunidad internacional.
 
Y en este contexto, nuestro objetivo no puede ser otro que la construcción de un amplio espacio regional de intercambio comercial, inversión de capitales y financiamiento; transferencia tecnológica, circulación de capital humano y cooperación.
 
Las proyecciones económicas más optimistas para este nuevo año que iniciamos se fundamentan en 4 pilares básicos:

1. Una mejora de los precios de las materias primas que influirá en los países sudamericanos

2. El aumento del flujo turístico, que incidirá de manera positiva,  especialmente en México y El Caribe.

3. Una mayor demanda externa.

4. La dinamización del comercio intrarregional.
 
Y sobre este último punto me gustaría detenerme brevemente, porque nos presenta una gran oportunidad.

No perdamos de vista que, mientras los países asiáticos realizan exportaciones entre sí, es decir entre ellos, que representan el 34% de su

volumen global exportable, nuestras naciones aún apenas colocan entre sí, es decir entre los países que conformamos la CELAC, el 10% de sus exportaciones, cantidad que es tres veces menos que los países asiáticos.
 
Se podrá argumentar que la lógica de los mercados pesa más que la voluntad política de los Estados en este resultado, máxime en una economía mundial cada vez más globalizada.

Sin embargo, no es menos cierto que tenemos la capacidad de modificar esta ecuación, apostando por la complementación económica de nuestras naciones, que a su vez nos haga más fuertes en el escenario global.

Dicho de otra forma: no podemos seguir buscando fuera de nuestra región culpables, ni salvadores.

Es hora de buscar soluciones latinoamericanas y caribeñas a problemas latinoamericanos y caribeños.

En un mundo donde las ideas del pensamiento único siempre amenaza con hacerse hegemónico, se hace más urgente que nunca buscar nuevas respuestas a preguntas que muchos ni siquiera se atreven a formular.

¿Cómo retomar la ruta del crecimiento económico sin sacrificar los progresos sociales?

¿Cómo continuar reduciendo las desigualdades y la exclusión social, al tiempo que mejoramos la competitividad de nuestras economías?

¿Cómo proteger y multiplicar los progresos alcanzados para millones de hombres y mujeres que han salido de la pobreza, pero aún viven en la vulnerabilidad?

En definitiva, ¿cómo seguir llevando bienestar a nuestros pueblos, en un contexto internacional adverso?

Estos son los desafíos del presente para nuestros pueblos y gobiernos de América Latina y El Caribe.

Sin embargo, no les quepa duda, para muchos de los dilemas que debemos resolver en estos días, la CELAC es la respuesta.

Si hablamos de crecimiento económico, la CELAC es un espacio óptimo para cooperar, facilitando el comercio y los encadenamientos productivos que creen millones de empleos en nuestra región.

Si queremos asegurar la soberanía alimentaria, en la CELAC podemos encontrar formas de apoyar a nuestros agricultores, revitalizar nuestros campos y alimentar las ciudades en crecimiento.  

Si queremos proteger a nuestros pueblos de los efectos del cambio climático y los desastres naturales, aquí podemos, tanto buscar soluciones locales, como llevar una voz común a los espacios de decisión mundial.

Si queremos luchar contra ese gran enemigo que es la desigualdad, este debe ser nuestro cuartel general en la batalla para asegurar que cientos de millones de latinoamericanos y caribeños que ya están mejorando sus vidas, nunca vuelvan a conocer la pobreza.

Y si queremos mejorar la educación, aquí tenemos un lugar privilegiado para intercambiar excelentes experiencias acerca de cómo hacer llegar la sociedad del conocimiento a las grandes mayorías.   

Es aquí, en definitiva; en esta alianza de pueblos, en esta comunidad de hermanos,  donde debemos encontrar las ideas, los caminos, las acciones y la voluntad política para hacer realidad el destino histórico de América Latina y El Caribe.

Así lo esperan los cientos de millones de jóvenes que conforman nuestro patrimonio más valioso.

Miles de hombres y mujeres que deben ser protagonistas de una nueva revolución en América Latina y El Caribe.

Una revolución que comienza en las aulas, en la educación, en la innovación. Una revolución del conocimiento!

Esa debe ser nuestra prioridad uno: Una revolución que nos permita ir escalando posiciones en evaluaciones internacionales como PISA; pero sobre todo que le devuelva la esperanza y la confianza a las nuevas generaciones.

Una revolución que eleve sustancialmente la calidad de la educación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, las áreas de donde emana el cambio y el progreso.

Necesitamos más jóvenes innovadores como el mexicano Alejandro Cantú, quien desarrolló la aplicación SkyAlert, un sistema de alerta

sísmica por satélite, que avisa un minuto antes de que un terremoto sacuda la Ciudad de México y otras 40 locaciones mexicanas cubiertas por el sistema.

Como el cubano Yondainer Gutiérrez, quién creó el interfaz gráfico para la página web de la red de salud cubana, Infomed, el punto de referencia para médicos y científicos en nuestra vecina isla y un sitio de consulta para investigadores de varios países.

Como la hondureña Yenny Carias,  quien desarrolló un ‘software’ que traduce la voz al lenguaje de señas para facilitar el aprendizaje de estudiantes sordos.

Como el guatemalteco Antonio Navas, quien creó la primera versión de la plataforma gratuita de aprendizaje de idiomas Duolingo, la cual, a partir de la data sobre el progreso registrado por los usuarios, se modifica en beneficio de los nuevos estudiantes.

Como los dominicanos Francarlos Bencosme y Keyron Figueroa, quienes desarrollaron un catalizador de calentamiento automático para motores de combustión interna que reduce la contaminación directa hasta un 90%, al entrar en funcionamiento simultáneamente con el encendido del vehículo o de los motores de combustión de las industrias.

Como la colombiana Daniela Galindo, quien desarrolló el software “Hablando con Julis”, una aplicación que a través de imágenes con texto y audio, permite comunicarse a personas de entre 3 y 85 años que tienen dificultades en el habla o sufren de síndrome de Down, autismo, parálisis cerebral, déficit cognitivo o sordera.

O el chileno Rodrigo Quevedo, experto en robótica, quien inventó una silla de ruedas que se mueve con ondas cerebrales, es decir, con la mente, arrojando una luz de esperanza para miles de personas con problemas de movilidad.

Esa es la América Latina que debemos potenciar y multiplicar exponencialmente.

Esta es la fuente de la que emanará la abundancia en nuestro continente.

En cada uno de nuestros países hay miles de Alejandros, deseando mejorar el mundo con sus ideas.

Hay miles de Yennis que, sí les damos la oportunidad de estudiar, nos asombrarán a todos con su talento.

Mujeres jóvenes preparadas,  esperando su oportunidad para aprender y desarrollarse en igualdad de condiciones, como cualquier muchacha nacida en Estados Unidos, Japón, Corea o Finlandia.

En nuestras ciudades y nuestro campos hay miles de Rodrigos, Danielas y Antonios, que acarician el sueño de viajar libremente, de aprender y trabajar desde cualquier lugar, de conectar sus capacidades con las de todos sus hermanos latinoamericanos y caribeños.

Tenemos miles de mentes brillantes, como la de Francarlo, o la de Yondainer, que solo necesitan una mano amiga, un empujoncito, para convertirse en empresarios exitosos, en científicos, en innovadores.

Tenemos cientos de millones de posibilidades, una por cada joven que habita en nuestros países. Díganme, ¿puede haber una riqueza mayor que esa?

Nuestros chicos y chicas tienen la capacidad y la voluntad para iniciar esta revolución de la innovación y el emprendedurismo, pero necesitan nuestro apoyo y nuestro compromiso.

Necesitan una América Latina conectada, de puertas abiertas, que confíe en ellos y que los impulse hacia el éxito.

Una región que apueste por el conocimiento, por la innovación, por la investigación, por la cultura; porque solo así podremos garantizar a esos muchachos y muchachas el espacio que merecen en la sociedad del siglo XXI.

Amigos y amigas,

La CELAC, por ser el más amplio espacio de encuentro existente en América Latina y El Caribe, tiene la capacidad para impulsar este gran proyecto de transformación.

Solo precisamos que, además de voluntad y buenas intenciones, sumemos acciones concretas, planificación y trabajo.

Confío en que este encuentro nos coloque en esa senda.

Esos millones de jóvenes y sus sueños deben ser siempre nuestro horizonte y sus necesidades, nuestra brújula.

Y serán esos mismos jóvenes los que nos ayudarán a conocernos cada vez mejor, aprendiendo los unos de los otros, respetando y valorando nuestras diferencias.

Es lo que José Martí nos animó a hacer cuando dijo: «los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como los que van a luchar juntos».

Vamos pues a conocernos, a unirnos y a luchar juntos, pero no con las armas.

Vamos a luchar con la energía de nuestra creatividad, con el impulso de la cooperación y con la fuerza de la unión.

Vamos a luchar con el talento de nuestra gente, con la abundancia de nuestra tierra y con el orgullo de nuestros Padres Fundadores!

¡Vamos a luchar por esa Patria Grande en la que nuestros pueblos puedan crecer, cada vez más sanos, seguros, educados y con más esperanza!

¡Vamos a trabajar por esa América Latina y El Caribe que soñaron nuestros ancestros y que merecen nuestros hijos!

¡Vamos a luchar por un futuro en el que nadie se quede atrás en América Latina y El Caribe!

Muchas gracias.

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