Merkel busca compañero de baile para la próxima legislatura

Berlín, 16 septiembre, 2013. (EFE).- A pesar de la ventaja que los sondeos para las elecciones del 22 de septiembre otorgan a la canciller alemana, Angela Merkel, su partido, la CDU, necesitará un socio de gobierno, lo que mantiene abiertas las elecciones, y en vilo al país y a toda Europa.
La Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel ha reiterado en varias ocasiones en las últimas semanas que aspira a reeditar su actual coalición con el Partido Liberal Alemán (FDP), pero para eso su socio minoritario necesitaría superar el mínimo legal del 5% de los votos, algo que no es totalmente seguro según los sondeos.
A la turbulenta legislatura del FDP -habitual partido bisagra- se suma la irrupción en el panorama político de los euroescépticos de Alternativa por Alemania (AfD), anclados en un caladero tradicionalmente liberal y que podrían lastrar sus resultados, aunque es incierto que logren entrar en el Bundestag (cámara baja).
De no lograrse esa mayoría de centro-derecha, Merkel tendría que sentarse a negociar una coalición con el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) del candidato Peer Steinbrück (una denominada «gran coalición» como la que encabezó entre 2005 y 2009), o con Los Verdes, para evitar verse expulsada de la cancillería, en la que lleva dos legislaturas.
A favor de la primera hablan su efectiva «gran coalición» de la primera legislatura -en la que Steinbrück fue ministro de Finanzas-, el actual respaldo ciudadano a esta opción y la ausencia de grandes diferencias en los programas electorales de las dos mayores formaciones, pese a las críticas del SPD a Merkel por la crisis europea y la precariedad laboral.
Steinbrück ha subrayado que él «no está disponible» para una «gran coalición», pero eso solo significa que su partido se vería obligado a defenestrarlo en el caso de que la CDU les tendiese la mano para formar gobierno, ya que el ala más moderada de los socialdemócratas apoya -en silencio- esta alianza.
La gran esperanza oficial del SPD es, no obstante, lograr una mayoría roji-verde de centro-izquierda como la que llevó al poder a Gerhard Schröder (1998-2005), con la introducción de un salario mínimo, la apuesta por las renovables, el aumento de las plazas de guardería y un impuesto para ricos como puntales del ideario político compartido.
No obstante, las últimas encuestas de intención de voto no dan lugar a mucho optimismo al centro-izquierda, ya que apuntan que la CDU obtendría un 40-41% por ciento de las papeletas, por el 23-26% de los socialdemócratas, el 10-13% de Los Verdes y el 5-6% de los liberales.
Las matemáticas y el pragmatismo político alemán podrían engendrar incluso combinaciones más arriesgadas, por lo inédito de las coaliciones a nivel estatal, lo heterogéneo de sus integrantes y la percepción de inestabilidad para la mayor economía de Europa.
Así, en Berlín se especula con coaliciones «semáforo», un tripartito en el que a los rojiverdes se le sumasen los liberales (a los que tradicionalmente se les asigna el color amarillo) o incluso una coalición «Jamaica», con la CDU (negro) aliada a ecopacifistas y liberales.
Otro trío con el que coquetea el sector más izquierdista del SPD es la coalición roji-roji-verde, que sumaría a socialdemócratas y verdes los apoyos -un 8% de los votos, según los sondeos- de La Izquierda, una formación de disidentes socialdemócratas y poscomunistas a la que casi todos los partidos han tachado de incapaces de gobernar.
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