Lo que se gana al dejar de comer unos días

AFP, 19 de enero, 2014. -El periodista de la BBC Peter Bowes se sometió a una prueba de científicos de California que estudian los efectos de las dietas basadas en ayunos intermitentes. En la última de las tres entregas, nos explica los cambios que experimentó su cuerpo.

Cuando decidí participar en el ensayo clínico de una dieta de ayuno intermitente, comencé a sentir cambios corporales que no me sorprendieron. Tras comer muy poco durante cinco días al mes, perdí peso y tenía hambre. Me sentía más alerta la mayor parte del tiempo, a pesar de que me cansaba con facilidad.

Al terminar cada ciclo de ayuno de cinco días, en los que comía alrededor de un cuarto de la dieta de una persona promedio, perdía entre 2 y 4 kilos. Al comer normalmente durante 25 días, sin embargo, volvía a mi peso original.

Los ayunos intermitentes

Por otro lado, las pruebas clínicas mostraron que durante los ciclos de dieta mi presión arterial sistólica se redujo en aproximadamente 10%, mientras que la presión diastólica se mantuvo casi igual. Para alguien que a veces sufre de hipertensión, esta es una noticia alentadora.

Pero después del período de control (dieta normal), así como mi peso, mi presión arterial volvían a sus no tan saludables niveles originales.

Los investigadores ahora buscan probar si los ciclos repetidos de la dieta pueden ser utilizados para controlar la presión arterial en el largo plazo.

No obstante, no todas las consecuencias de la dieta se desvanecieron tan rápidamente.

«Lo que estamos viendo es que algunos de los efectos se mantienen, incluso cuando se reanuda la alimentación normal», explica Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del sur de California, que ha observado resultados similares en roedores.

«Es una muy buena noticia pues eso era exactamente lo que esperábamos lograr».

Los cambios más interesantes se evidenciaron en los niveles del factor de crecimiento insulínico tipo 1, conocido como IGF-1 (similar a la insulina). Se cree que altos niveles de esta proteína producida por el hígado aumentan los riesgos de cáncer colorrectal, de mama y de próstata. Niveles bajos reducen esos riesgos.

«Estudios en animales han demostrado que este es un factor de crecimiento que está asociado al envejecimiento y a varias enfermedades como el cáncer», explica Longo.

Pruebas en ratones han demostrado que una dieta extrema -similar a la que yo experimenté- hace que los niveles de IGF-1 disminuyan y se mantengan bajos durante un tiempo, después de volver a comer normalmente.

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