Hipólito Mejía es nombrado embajador de buena voluntad para el desarrollo agrícola sustentable
TRAS LAS HUELLAS DIGITAL, SAN JOSÉ,COSTA RICA, 28 de abril, 2021. El expresidente Hipólito Mejía propuso un programa de 10 puntos para revolucionar la agricultura en América Latina, al momento de aceptar el nombramiento como Embajador de Buena Voluntad para el desarrollo agrícola sustentable, conferido por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA)
Luego de un bien ponderado análisis de la situación actual de la agropecuaria el expresidente Mejía propuso:
-la adopción del seguro agrícola, ya que la agricultura es una actividad muy vulnerable frente a los desastres naturales y a la inestabilidad de los mercados
-invertir más y mejor en la investigación. pues la actualización del conocimiento es una condición necesaria para ser competitivos y eficientes.
-formular políticas que potencien la agricultura familiar y la crianza de animales menores, para el autoconsumo y para el comercio de bienes agrícolas, con el aporte esencial de la mujer;
-la formación de profesionales agrícolas capaces y motivados, para enfrentar los desafíos de nuestra agricultura, los cuales no se limitan a la tecnología, sino que tienen un alto contenido social.
-integrar las tecnologías de la información y la comunicación, conocidas como las TIC´s a todos los procesos que convergen en la agricultura para estar conectados y actualizados
-dar importancia a la diversidad y heterogeneidad que caracteriza nuestra agricultura, tanto en lo referente a los diversos nichos climáticos, como al tamaño de los predios agrícolas.
-creo pertinente de coordinación de los subsidios aplicados a la agricultura de la región, adecuados a la realidad de cada país.
-proteger las prácticas agrícolas propias de comunidades indígenas y afrodescendientes, por cuanto las mismas han demostrado a lo largo de muchos siglos que han sido fundamentales, tanto para la producción alimenticia, para la preservación del medioambiente, como para la preservación de la identidad cultural y étnica de sus integrantes.
-propiciar proyectos pesqueros en las fuentes acuíferas, en las presas y lagos, y, obviamente, en nuestros mares adyacentes para aumentar la oferta de proteína animal y mejorar los ingresos.
-concertar procesos de negociación para alcanzar acuerdos interregionales que permitan obtener un flujo comercial más eficiente para el intercambio de nuestros productos agrícolas.
Esto nos permitiría contribuir a mejorar los ingresos de los productores de la región, impulsar la superación de la pobreza rural y ayudar alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, acordados por los países miembros de las Naciones Unidas.
Por último, propongo que las decisiones sobre aspectos particulares de la agricultura en cada uno de nuestros países formen parte de políticas públicas coherentes y consensuadas entre el sector público y el sector privado.
A seguidas se copia el texto completo del discurso:
Amigos todos:
“Permítanme, al comenzar estas breves palabras, agradecer la compañía de los presentes en este significativo acto, así como los que siguen de manera no presencial esta actividad, en la cual el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura hace pública su resolución de designarme como Embajador de Buena Voluntad en el tema de Desarrollo Agropecuario Sustentable.
“Sin lugar a dudas, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), puede exhibir con orgullo importantes iniciativas en nuestra región que le han merecido el reconocimiento de los pueblos de América, no solo por sus aportes al desarrollo de la agricultura, la seguridad alimentaria, y la sostenibilidad de nuestros recursos naturales, sino también por su afán en el mejoramiento continuo de las condiciones de vida de los habitantes de nuestro mundo rural y el progreso de nuestros pueblos
“Los esfuerzos realizados para impulsar un nuevo modelo de agricultura, incluyendo, la pesca y la silvicultura, a nivel mundial regional y local, tienen la misión de no solo garantizar las necesidades alimentarias, de las generaciones de hoy y mañana preservando el medioambiente, sino que requieren, además, la responsabilidad de asegurar la rentabilidad de los agricultores en procura de una equidad social y económica, lo que es todavía un tema pendiente en la mayoría de nuestros países.
“El desarrollo de una agricultura eficiente, rentable, sostenible, política y socialmente responsable ha sido, y seguirá siendo la principal razón y motivación de mi trabajo.
“Por eso, al aceptar con humildad la distinción que hoy se me hace, valoro en su justa dimensión el significado del reconocimiento que recibo, por cuanto asumo con decisión y energía el reto que ella me impone, convencido de que ese es el camino correcto.
“En efecto, la agricultura no ha sido solo la más importante actividad profesional de mi vida. Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que mi pasión por la tierra y por la preservación de nuestros recursos naturales ha trillado el camino que le ha dado sentido a mi existencia.
“Hoy, como muestra de ello, después de haber alcanzado las más cimeras posiciones de la actividad política dominicana, sigo lleno de brío y entusiasmo, dedicando lo mejor de mi tiempo al desarrollo de nuevas y mejores variedades de frutales, a la implementación de novedosas tecnologías para la producción agrícola, así como en la procura de mejores condiciones de vida para nuestra gente del campo.
“Por tanto, que esa distinción que recibo venga de manos del IICA, institución reconocida como un útil y claro mecanismo de cooperación internacional para el progreso de nuestra américa, constituye un alto reconocimiento por mi trabajo en la agricultura.
“Esta ocasión es por tanto propicia para que desde esta tribuna pueda compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el estado de la agricultura en nuestra región y su prospección hacia el corto, mediano y largo plazo, tarea a lo que, con su benevolencia, voy a dedicar algunos minutos.
“Me gustaría comenzar por esbozar el rol de la agricultura en América Latina en la actual coyuntura.
“La seguridad alimentaria es, sin duda, la misión principal de la agricultura. Es decir, que cada uno de nuestros países está compelido a potenciar todos los recursos disponibles dentro de sus fronteras para producir la mayoría de los alimentos que demandan sus habitantes.
“Ese objetivo fundamental está íntimamente vinculado a garantizar la salud de nuestra gente, no solo porque desde nuestras unidades productivas deben salir suficientes alimentos para satisfacer la demanda de una creciente población, sino también porque la calidad de los productos agrícolas impacta directamente la salud.
“Como muestra de esa relación entre agricultura y salud está la creciente conciencia de que debemos aumentar el grado de inocuidad de los alimentos que consume nuestra gente, a fin de reducir los riesgos inherentes al uso abusivo de sustancias lesivas a la salud.
“Asimismo, la agricultura de la región está llamada a contribuir de manera creciente en el aumento de nuestras exportaciones para generar divisas que nos aseguren recursos financieros para el desarrollo.
“Esas exportaciones, lo sabemos muy bien, nos reportan mayores ingresos cuando están destinadas hacia países desarrollados y que tienen monedas duras. Sin embargo, debemos también trabajar para fortalecer las exportaciones agrícolas dentro de nuestra región.
“Eso es conveniente debido, en primer lugar, al hecho evidente de que hay países con extensos territorios y abundancia de recursos naturales para producir bienes alimentarios que otros países con menor superficie y con menos diversidad de ecosistemas no está en capacidad de producir.
“Un ejemplo de lo que acabo de decir es el vínculo económico que existe entre el turismo del gran Caribe y la demanda de bienes para alimentar a sus visitantes.
“En esta subregión, que cuenta con unos 45 millones de habitantes, en el año 2019, antes de la actual pandemia del COVID-19, se recibieron más de 30 millones de turistas.
“En efecto, tenemos aquí una gran posibilidad de potenciar la economía circular en la región, agregando cadenas de valor mediante el intercambio de bienes alimenticios.
“Dentro de las tierras agrícolas del mundo, América Latina y el Caribe cuentan con una invaluable riqueza natural compuesta por el 16% de los suelos agrícolas; el 33% de la superficie apta, pero no utilizada para la agricultura; el 23% de la superficie de bosques; el 50% de la biodiversidad; el 22% del agua fresca y el 31% de los 35 millones de kilómetros cúbicos de recursos de agua dulce del planeta.
“Estos recursos conviertan a nuestra región en una fuente fundamental para la seguridad alimentaria y sostenibilidad ecológica global.
“Por otro lado, de acuerdo con estudios recientes, en el año 2020 la población rural de los veinte países de América Latina era de aproximadamente 121 millones de personas, es decir, casi el 19 por ciento de la población total.
“Para el Caribe anglófono la población rural era de aproximadamente 3.8 millones lo que representa el 32% de su población total.
“Estos datos me parecen relevantes para resaltar el peso de la región en la agricultura, así como el rol fundamental de ese sector económico en su contribución a la reducción de la pobreza, especialmente de la pobreza rural.
“En efecto, una mirada a la región nos dice que es en el mundo rural donde la pobreza muestra su rasgo más deprimente.
“En ese universo, resalta sobre todo la precariedad en el acceso a muchos servicios básicos, a una educación de calidad, a un empleo digno, y, particularmente, a la oportunidad de mejorar su calidad de vida.
“Por esos altos niveles de pobreza rural, es que se mantiene vigente uno de los grandes dramas de nuestra región. Me refiero, señoras y señores, a la migración campo-ciudad, causada por la desesperada búsqueda de bienestar en las ciudades por parte de aquellos a quienes se les ha negado una vida digna en nuestras zonas rurales.
“Asimismo, es la pobreza rural, combinada con la pobreza urbana, la que está hoy día forzando a decenas de miles de nuestros hermanos y hermanas a buscar una mejor vida cruzando las fronteras para llegar hacia tierras más promisorias, en muchos casos a riesgo de sus propias vidas.
“Un aporte tangible que la agricultura está llamada a realizar para reducir la pobreza consiste en fortalecer aquellas actividades productivas que generen cadenas de valor, tales como la agroindustria, el turismo rural y el turismo ecológico.
Desde esa perspectiva integral, llegamos a la conclusión de que nuestro mundo rural encierra un potencial que trasciende la producción de bienes alimenticios.
“En otras palabras, el mundo rural de nuestra región constituye un excelente espacio para crear oportunidades que impacten todos los ámbitos económicos y sociales.
“Esa afirmación nos lleva a destacar el hecho de que, aunque el aporte de la agricultura al producto interno bruto ha disminuido en las últimas décadas, lo cierto es que sigue siendo una actividad económica fundamental para la sostenibilidad del desarrollo en nuestros países.
“Ese innegable rol económico no es suficientemente reconocido por las cuentas nacionales, ya que en los hechos, la materia prima generada en el sector primario, se convierte en insumo para el sector manufacturero y, en ese proceso de circulación, impacta también grandemente el sector de servicios.
“Consecuentemente, el desafío que tenemos por delante consiste en formular y poner en práctica aquellas políticas públicas que articulen alrededor de la agricultura cadenas de valor tan diversas y productivas como seamos capaces.