El ataque a dos buques cisterna dispara la tensión en el Golfo Pérsico
TRAS LAS HUELLAS DIGITAL, EL CAIRO.- El ataque a dos buques cisterna en el estrecho de Ormuz, un mes después del supuesto sabotaje de cuatro barcos en la misma zona, ha vuelto a aumentar la temperatura en una región que vive en tensión desde hace semanas mientras los precios del petróleo experimentaban fuertes alzas.
Dos barcos, uno propiedad de un armador noruego y otro japonés, sufrieron hoy impactos y explosiones mientras salían del estrecho de Ormuz a unas 30 millas de la costa iraní.
A primera hora del día, el comando la V Flota de Estados Unidos, con base en Baréin, confirmaba que estaba prestando “asistencia” a dos buques “atacados”, tras recibir dos llamadas de socorro.
El Pentágono informó posteriormente de que envió a la zona al “USS Bainbridge”, un destructor de la clase Arleigh Burke con misiles guiados.
Sin embargo, un buque iraní salvó a los 23 tripulantes de una nave y los 21 de la otra, y los condujo al puerto de Jask, en la provincia iraní meridional de Hormozgan.
El director general de los puertos de esa región, Alahmorad Afifipur, explicó que el primer carguero, de nombre Front Altair, se incendió a 25 millas del puerto de Jask.
De acuerdo con la información facilitada por la autoridad marítima de Noruega, se registraron tres detonaciones en el “Front Altair”, un buque que pertenece al armador noruego Frontline y que navega con bandera de Islas Marshall.
El capitán del barco, que había partido de Catar con destino a Taiwán, ordenó a la tripulación que abandonara el barco debido al fuego, según Afifipur, citado por la agencia oficial IRNA.
Las 23 personas fueron rescatadas del agua con pequeñas lanchas y luego trasladadas a un barco mayor, que se dirigió con ellas al puerto de Jask.
El segundo carguero, el “Kokuka Courageous”, un buque cisterna que navegaba con rumbo a Tailandia y posteriormente a Singapur bajo bandera panameña, y que pertenece a la empresa japonesa Kokuka Sangyo, sufrió el incidente a unas 30 millas de Jask.
Directivos de la firma nipona dijeron en Japón que la embarcación, que transportaba 25.000 toneladas de metanol, recibió un primer impacto a babor y los tripulantes intentaron apagar un fuego que se había declarado en la sala de máquinas.
Tras un segundo impacto, también a babor, el capitán dio orden de abandonar el buque y sus 21 tripulantes, de nacionalidad filipina, fueron rescatados por la embarcación iraní.
Las autoridades de Japón no han precisado quién puede estar detrás de este ataque ni se ha confirmado que haya víctimas.
El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, calificó los dos incidentes de “sospechosos”.
“Los ataques denunciados contra los petroleros relacionados con Japón ocurrieron mientras el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se reunía con el ayatolá Ali Jameneí”, líder supremo iraní, “para mantener conversaciones extensas y amistosas”, escribió Zarif en su cuenta oficial de Twitter.
Por ello, y teniendo en cuenta que algunos países acusaron a Irán de un incidente similar ocurrido el mes pasado, Zarif agregó que el término sospechoso se queda corto para “describir lo que ocurrió esta mañana” en el mar de Omán.
Abe llegó ayer a Teherán para tratar de lograr una distensión en la zona. Ayer se reunió con el presidente iraní, Hasan Rohaní, y hoy lo hace con Jameneí.
Rohaní aseguró ayer que su país no va a iniciar una guerra con EEUU, pero Abe le pidió además que tenga “un papel constructivo” e instó a evitar “un choque accidental” en Oriente Medio.
Hace exactamente un mes, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí denunciaron el sabotaje de cuatro buques en el Golfo Pérsico señalando de manera más o menos explícita que Irán podía estar detrás de los incidentes.
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