Órganos humanos cultivados en cerdos

EE.UU., 06 de enero, 2014. -Dentro de una sala de operaciones en pleno funcionamiento, un cirujano y un equipo de especialistas con batas verdes se preparan para operar. Sin embargo, no es un hospital. Es una granja en lo más profundo del campo japonés. En la camilla -a punto de pasar bajo el bisturí- está una hembra de cerdo de seis meses.

Sobre ella, bisturí en la mano, está el profesor Nagashima. Abre con cuidado el abdomen y extrae el útero. Luego, con una jeringa y un catéter, empieza a inyectar 40 embriones en el útero.

La cerda inconsciente está a punto de convertirse en una madre de alquiler -y los embriones que estará portando son muy especiales. Son quiméricos, es decir, que llevan material genético de dos especies diferentes.

En un cobertizo cercano, Nagashima tiene sus más preciadas posesiones. Hay que cambiar de bata, cufia, botas y mascarilla para proteger a los ocupantes -cerdos quiméricos completamente crecidos.

¿Será posible en unos años hacer crecer órganos humanos dentro de los cerdos?

A mitad de camino por el largo cobertizo blanco, está el cerdo 29 -un macho grande, peludo con colmillos sobresaliendo. El 29 es un cerdo blanco, aunque está cubierto de pelo grueso y negro. Más importante aún, en el interior, tiene el páncreas de un cerdo negro.

¿Cómo es eso posible? Inicia con lo que Nagashima llama embriones «a-pancreáticos». En el interior del embrión del cerdo blanco, el gen que lleva las instrucciones para el desarrollo del páncreas del animal ha sido «apagado».

Luego, el equipo japonés introduce células madre de un cerdo negro en el embrión. Lo que han descubierto a medida que se desarrolla el cerdo es que éste será normal, excepto por su páncreas -que será genéticamente el de un cerdo negro.

Pero esto es sólo el primer paso.

En un laboratorio de la Universidad de Tokio, el profesor Hiro Nakauchi está dando el siguiente paso y es aún más sorprendente.

Nakauchi toma células de la piel de una rata adulta color marrón. Luego, utiliza la manipulación genética para cambiar estas células adultas de la piel a lo que se llaman células madre pluripotentes inducidas («iPS», por sus siglas en inglés). Lo sorprendente de las iPS es que tienen muchas de las mismas características que las células madre embrionarias. En otras palabras, se pueden desarrollar en cualquier parte del cuerpo del animal.

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