Muere el prestigioso director de orquesta Claudio Abbado

ITALIA, 20 de enero, 2014. -Claudio Abbado siempre pidió que no lo llamaran maestro. Sin embargo, esa petición era imposible de conceder: su compromiso con la música clásica y su deseo de llevarla a todos los públicos lo habían convertido en un hombre digno de ese calificativo. Maestro y luchador.

Y ese título resuena mucho más con la noticia de su muerte, ocurrida este lunes a los 80 años de edad en Bolonia, Italia.

«Un extraordinario músico y un hombre valiente», dijo la viceministra de Cultura italiana, Ilaria Borletti Buitoni, al conocer la noticia de su fallecimiento.

Valiente. También era buen calificativo para quien se atrevió a llevar la música clásica -en especial la de su admirado Gustav Mahler- a todos los rincones del planeta.

Después de la muerte de Herbert Von Karajan -quien fue su padrino musical- en 1989, Abbado, heredó el título de «mejor director de orquesta del mundo», refrendado por un premio otorgado por el diario británico Financial Times.

El ascenso

Nacido en 1933 en Milán y estudioso del piano, debutó en mítica La Scala en 1960 durante un homenaje al músico italiano Alessandro Scarlatti. Posteriormente, Abbado fue director entre 1968 y 1986.

Abbado, aquí en la apertura del Festival de Lucerna, Suiza, en 2007.

Desde 1971 se convirtió en el director de la Filarmónica de Viena y, entre 1986 y 1991, de la Staatsopede de la capital austríaca. En su carrera, también estuvo al frente de la Filarmónica de Berlín y la Orquesta Sinfónica de Londres.

Pero más allá de su enorme capacidad como conductor, fue un destacado impulsor cultural. Fue el inspirador del festival de música contemporánea «Wien Modern» en 1987.

También fue el director artístico del Festival de Pascua de Salzburgo en 1994 y asesor artístico de la Orquesta de Cámara de Europa y en Suiza de la Lucerne Festival Orchestra de 2003.

Las orquestas juveniles

Además de los méritos que trae dirigir dos de las orquestas más importantes del planeta, la Filarmónica de Berlín y La Scala de Milán, Abbado se ganó el respeto de sus colegas y discípulos por su empeño en fomentar talentos juveniles.

No solo cuenta con la fundación de la orquesta juvenil Gustav Mahler y de la Comunidad Europea en 1978.

Después de algunos viajes a América Latina, en especial a Venezuela, se transformó en el gran mecenas espiritual y musical de la orquesta juvenil Simón Bolívar de ese país.

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